Monday, October 6, 2008

"La inversión en educación" / la prensa 4 oct 2008

La inversión en capital humano es uno de los elementos más fundamentales para el logro del ascenso social, al igual que con relación al crecimiento y desarrollo económico en las economías en vías de desarrollo.
Empero, el debate con relación a la cobertura y conclusión universal de la educación preescolar y primaria queda apenas como un objetivo intermedio, dado que no es suficiente para superar la pobreza, si no se toman en consideración la cobertura y conclusión en los niveles premedio y medio.
Desde esa perspectiva, también la cobertura en el nivel premedio y medio cobra importancia en la búsqueda de la equidad y productividad asociada al capital humano, y se enmarca dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio para 2015 (Cepal-Unesco, 2007). Respecto a las metas planteadas para los países latinoamericanos están:
1) Universalizar la educación pre-primaria, al elevar la tasa neta de matrícula al 100% para niñas y niños entre los tres y cinco años.
2) Asegurar la universalización del ciclo primario al 100% para el grupo etario entre 15 y 19 años.
3) Aumentar la cobertura al 75% de la educación secundaria, con una matrícula no inferior al 75%.
4) Erradicar el analfabetismo adulto, alfabetizando la población total de 15 y más años de edad (Cepal-Unesco, 2005).
Respecto a la conclusión de la primaria, Panamá se encuentra entre los 17 países latinoamericanos y del Caribe, de un total de 26, con una tasa de conclusión superior al 90% para el grupo etario comprendido entre los 15 y 19 años de edad (pues a estas edades, los que no han culminado la educación primaria ya no están en el sistema educativo).
Sin embargo, países como Bahamas, Barbados e Islas Caimán tienen tasas del 100%, mientras que Chile, Cuba y Aruba están cerca del 98%, ubicándose Panamá en la décima posición con aproximadamente el 95% (Cepal-Unesco, 2007).
No obstante, al considerar el número de años de estudios necesarios para tener una probabilidad de estar en condición de pobreza respecto a la población con edades comprendidas entre los 20 y 29 años, en el caso de Panamá resultó de 11 años; mientras que el nivel de pobreza medio de los ocupados es de 10.8% (Cepal, 2004).
En países como Uruguay, el número de años de estudios era de 9; en Costa Rica, de 10 y en Bolivia, de 13, pero con un porcentaje promedio de pobreza de 38.7% entre los ocupados en este último país.
Estos resultados dejan en claro que quienes solo cuentan con educación primaria tienen pocas posibilidades de superar la pobreza y, peor aún, ni siquiera con tener educación premedia, extendiéndose el umbral hasta la educación media.
Panamá se encuentra en el noveno lugar, de 25 países latinoamericanos, con una tasa de conclusión de secundaria apenas superior al 50% para el grupo etario de 20 a 24 años de edad, por debajo de países como Barbados o Islas Caimán, con 95% y 80%, respectivamente.
En el caso de Chile, esta tasa se ubica por arriba del 70% y en Argentina, en cerca del 70%. Este elemento es de crucial importancia, dado que el umbral de pobreza en función del nivel educativo tiene este nivel como referente.
En cuanto a los comentarios anteriores, es importante tomar en consideración que no solo es necesario focalizarse en los recursos destinados a la financiación del nivel primario, premedio y medio e, incluso, en el nivel preescolar, sino también en la efectividad de los mecanismos de gestión necesarios para garantizar los resultados esperados.
En promedio las economías de América Latina y el Caribe invirtieron un 4% del Producto Interno Bruto (PIB) en educación en 2003 (Cepal, 2007). En el caso de Panamá, de acuerdo con las cifras regionales para 2003, el porcentaje del PIB destinado era de 4.6%, pero según el informe de indicadores del sistema educativo panameño (Meduca-CGR, 2006), para 2004 se invirtió el 4.4% del PIB; en 2005, el 3.5% y en 2006, el 3.2%, lo que puede evidenciar una caída del gasto por estudiante.
Esto representa un retroceso respecto a las metas establecidas en cobertura y puede igualmente afectar la retención, sobre todo en el nivel medio. Más aún, la calidad y resultados de los procesos formativos se pueden ver afectados considerablemente.
Para 2004, la cantidad de estudiantes por docente en el nivel primario en América Latina fue en promedio de 25; en Europa Occidental y Norteamérica, de 14; mientras que en Panamá fue de 24, indicando una mayor densidad por docente (Cepal-Unicef, 2006).
Según este indicador, para 2006 en el ámbito provincial en educación preescolar, Bocas del Toro, Colón y Kuna Yala tuvieron la mayor densidad, con niveles superiores a 20 estudiantes por docente; en educación primaria, Colón y Panamá, ambas con 27, tuvieron las mayores densidades. Mientras que en el nivel premedio y medio, Colón tuvo la densidad más alta con 19 estudiantes por docente.
Las mayores densidades en preescolar y primaria, entre otros factores, afectan la calidad de la formación en dichos niveles e influyen posteriormente en los resultados observados en el nivel medio.
Además, la culminación y el logro de un nivel educativo también están ligados al origen socioeconómico de las familias de los estudiantes.
Peor aún, si existen diferencias de calidad entre el sistema de enseñanza pública y privada, derivadas de los recursos invertidos y la formación y facilidades disponibles para el personal docente, entonces estas diferencias de calidad también reducirán las posibilidades de acceder a mejores plazas de trabajo para quienes provengan de un sistema de enseñanza deficiente, con lo cual la educación no estaría cumpliendo el objetivo de mejorar la distribución del ingreso, ligada al incremento de la productividad y al desarrollo económico.
En otras palabras, la educación no estaría contribuyendo a cerrar la brecha social, sino más bien a ampliarla de seguir manteniendo un sistema deficiente en términos de calidad, sobre todo respecto a la educación pública.
Por ende, los mecanismos de gestión y dotación de recursos deben estar bien focalizados para ayudar a las familias más desfavorecidas y mejorar las oportunidades de empleabilidad y ascenso social.
De acuerdo con los indicadores de eficiencia interna para el año 2006, en el nivel primario la tasa de promoción fue de 91.5%; la tasa de repitencia (cuando el estudiante no es promovido al grado siguiente), del 5.7% y la tasa de deserción, del 2.7%. En relación con los niveles premedio y medio, la tasa de promoción fue de 82.8%, la de repitencia de 5% y la de deserción, 12.2%.
Claramente se observa que en los niveles premedio y medio, la repitencia y la deserción, influyen mucho más sobre la menor tasa de promoción, respecto del nivel primario.
No obstante, existen deficiencias que se llevan de arrastre desde el nivel primario, en áreas clave del conocimiento, tales como, Ciencias Sociales, 22.6%, Ciencias Naturales, 22.2%, Español, 27.9% y Matemáticas, 27.3% (Meduca-CGR, 2006).
Estas cuatro asignaturas comprenden áreas fundamentales del conocimiento, al proporcionar las habilidades científicas y técnicas, que son la base fundamental, para los distintos bachilleratos y carreras universitarias y si las mismas se llevan de arrastre desde el nivel básico, se afecta sensiblemente la calidad del aprendizaje en los niveles superiores.
Ante el análisis de las estadísticas y situaciones planteadas, respecto de los resultados del sistema educativo panameño, visto a la luz del contexto regional e internacional, vale la pena mencionar, que aún quedan tareas pendientes para que la educación cumpla con su objetivo fundamental, respecto de las transformaciones sociales y económicas y su contribución al crecimiento y desarrollo del país.
Es importante establecer prioridades respecto al papel que debe jugar la educación respecto del desarrollo social y económico que debe orientar al funcionamiento del sistema educativo.
Es importante seguir aumentando la conclusión en el nivel primario (entre los 15 y 19 años) pero sobre todo en premedia y media, más allá del 50% para la población entre los 20 y 24 años de edad, contribuyendo a reducir su probabilidad de estar en situación de pobreza.
Establecer una meta para los próximos cinco años, de elevar dicha tasa hasta un 80% ó 90%, es fundamental para incorporar a los individuos a la sociedad del conocimiento, respecto de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC).
De igual manera, es importante aumentar la proporción del PIB destinado a la inversión en educación como meta, de hasta un 10%, para los próximos cinco años, y contribuir de esta forma a incrementar el gasto por estudiante, pero de manera focalizada hacia aquellos grupos de mayor vulnerabilidad o expuestos a una condición de pobreza, garantizando no solo el acceso, sino también la permanencia en el sistema educativo y alcanzar los logros académicos que permitan superar su condición de pobreza.
Ello implica hacer más eficiente la gestión y la dotación de recursos, destinados a equipar al sistema de la infraestructura necesaria, incluso creando nuevas escuelas para reducir la densidad de estudiantes por docente y erradicar las escuelas con aulas multigrado.
Finalmente, es imperativo reducir la brecha de calidad de la educación entre el sector público y privado, mejorando los contenidos y técnicas de enseñanza en asignaturas como matemáticas, español, ciencias sociales y ciencias naturales, que determinan las bases del desarrollo humanístico y científico del individuo, garantizando una mejor calidad del acervo de capital humano del país, enfocado a mejorar la calidad de vida e impulsar el desarrollo económico.

Víctor Herrera Ballestero
El autor es economista y catedrático de la Universidad de Panamá.

Bibliografía: 1) Comisión Económica para América Latina (Cepal), 2007, Los objetivos de desarrollo del Milenio y los desafíos para América Latina y el Caribe . 2) Contraloría General de la República (CGR) y Ministerio de Educación (Meduca), 2006, Indicadores del sistema educativo panameño.

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